Mucho se viene hablando de la creciente caída en la siembra del trigo en esta campaña fina por sus constantes problemas de mercado e impositivos. La cebada se volvió una alternativa viable para los productores y amplió considerablemente su área, al punto de crecer un 14% a nivel nacional.

En el sudeste bonaerense, zona triguera por excelencia, se sembrarán 80.000 hectáreas más respecto del ciclo anterior, al punto de alcanzar las 610.000 ha, según estima la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

En la ciudad costera de Necochea, Gastón Cardenau administra un campo familiar de 3.300 hectáreas. Admite que es la primera vez que destina un mayor número de hectáreas a la cebada en una zona que, por su cercanía al mar y la profundidad de los suelos, ofrece rindes trigueros mucho más altos. “En general apuntamos más a rendimiento. Y estos años, el que no tiene calidad está complicado; el productor cuenta con trigos de dos años sin vender”, relata Cardenau, que tiene trigos sin vender de hasta dos años.

La lupa sobre los costos

“Históricamente, en el 50% de nuestra superficie agrícola hacíamos trigo. Ahora hacemos muy poco para mantener la semilla, o por inercia se hace un poco. Los números no cierran por ningún lado. Además, tratamos de mantener la rotación por gramíneas y entonces lo que crece es la cebada”, explica Cardenau, que en esta campaña sembrará unas 900 ha de cebada.

En un escenario con un marcado aumento de los costos de producción, los productores deben poner la lupa para invertir correctamente en el manejo del campo. Para este ciclo de cebada, Cardenau incorporará la variedad Shakira a la más utilizada a nivel general, la Scarlett, que ha decaído por ser propensa a enfermedades.

“El problema es que ha tenido mucho vuelco y caída de espigas. El año pasado tuvimos serias pérdidas de rinde porque se caía la espiga completa, que está asociado a problemas de sanidad. A la cebada con problemas de sanidad se le corta el pedúnculo de la espiga y se cae. Igualmente, la achicamos para diversificar un poco”, dice Cardenau.

En el caso de la fertilización, el productor tiene pensado bajar las dosis pero sin perder el nivel tecnológico, dado que hay una gran diferencia en el precio de la cebada cervecera y la forrajera, esta última de menor calidad. Entonces, dice, el negocio pasa a ser malo. “Nosotros hacemos siempre una fertilización de base con fósforo y algo de nitrógeno a la siembra y después aplicamos nitrógeno en forma de urea ya cuando el cultivo está en macollaje”, detalla Cardenau, que aplicará “alrededor de 180 a 190 kilos de urea y 110 a 120 kilos de diamónico a la siembra”.

Respecto al rinde, espera sacar entre 55 y 60 quintales por hectárea, aunque la campaña pasada no es un buen antecedente: «Anduvimos en los 43 quintales porque perdimos mucha superficie sembrada por inundación. Fue un año muy malo». Su rinde de indiferencia, estima, anda en los 45 quintales en cebada y los 50 en trigo.

Cuando se trata de evaluar el costo operativo sobre el total de la facturación, el productor reconoce la dificultad por la que atraviesa el sector: «Históricamente, en campo propio era de un 50%, pero el año pasado fue de un 80 a un 90% porque la rentabilidad fue prácticamente nula. La rentabilidad operativa fue mínima. Tuvimos malos rindes de fina, pero tuvimos buenos rindes de gruesa y así y todo el número es muy fino».

La calidad que obtenga en la cebada será fundamental. Por eso, apunta a tener una proporción de 70% cervecera y 30% forrajera. «Para que cierre medianamente el número tendríamos que estar vendiendo de 180 a 200 dólares la tonelada, siempre y cuando operen normalmente las variables de tipo de cambio oficial e inflación de los costos, que siguen siendo muy importantes», detalla.

El total de su cosecha suele venderla a los exportadores. «No es nada que esté fijo. Por ahí, si sale un negocio especial con algún acopio lo hacemos también. Lo general es que cuando hay exportadores comprando cebada cervecera para exportación hemos vendido a ellos directa- mente», cuenta.

Las claves

Para esta campaña aspira a obtener un rinde de entre 55 y 60 quintales por ha.

Para que haya rentabilidad, espera vender entre u$s180 y 200 la tonelada de cebada.

Por Agustin Monguillot, Semanario Infocampo

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