Las buenas prácticas agrícolas no solo remiten para los productores. Tener una agricultura certificada es el puntapié para la sustentabilidad a largo plazo.
En Pergamino, Carlos Testa trabaja como contratista, y ha logrado la certificación como tal. La visión a largo plazo, la convicción de apostar a la incorporación de nuevas tecnologías, y el complementar éstas con procesos cada vez más eficientes, fueron los fundamentos que tuvieron para introducirse en un proceso de mejora continua que concluyó su etapa en la reciente auditoría de certificación. Además, el contratista posee una chacra de alrededor de 110 hectáreas que tiene una parte donde son propietarios y otra parte en la que alquila campos a la redonda.
La empresa se llama Agrícola Testa SRL, y “el radio de trabajo son alrededor de 60 km a la redonda de Pergamino, pero tenemos algunos clientes en La Pampa, y depende cómo anden los valores de los servicios, por ahí vamos para Balcarce, Azul, Tandil, Necochea; también hemos ido a Entre Ríos”, explicó el contratista.
Carlos y Marcelo Testa, desde 1988 se dedican a la prestación de servicios a productores agrícolas de la región. “Somos contratistas certificados bajo normas IRAM. Lograr la certificación fue para la empresa un detalle a muchos años de sacrificio.”, expresó.
Al hacer un repaso de su vida, y cómo llegó a ser un contratista, Testa resaltó que “nosotros desde que terminamos la secundaria nos metimos de lleno a trabajar en el campo prestando servicios; de a poco hemos ido tratando de mejorarlos y darle el valor real al esfuerzo de lo que es trabajar en el campo, y haciendo las cosas bien”.
En este sentido, Testa remarcó que “el paso de certificación para nosotros es como poner un broche de oro y un título a lo que uno viene haciendo, con el uso de guantes, máscaras, borcegos, la ropa para cada trabajo, el lugar de labor, los papeles en regla, las herramientas en condiciones, tratando de renovar, aunque ahora se hace más complicado, entre los cinco y siete años las herramientas”.
Al explicar cómo es el proceso de certificación de los contratistas, Testa resaltó que “en la parte de la maquinaria es como que te ayuda, porque al ser máquinas nuevas hay muchos items que están cubiertos por parte de los fabricantes, entonces es un paso a favor, y después nosotros tenemos en cada servicio (pulverización, cosecha, siembra y labranza), tenemos un costo propio que no coincide casi nunca con los valores del mercado”.
Y continuó: “Todo esto de tener los costos claros hace que puedas trabajar, aunque no es fácil, pero los clientes lo valoran, y toda esa inversión en maquinaria, esa dedicación, hace que nosotros estemos un 10% arriba de los valores del mercado, pero nuestros clientes lo pagan, y saben de lo que están hablando, y no es que me lo regalan, sino que lo tengo invertido. Siempre todo lo que uno ha sacado se ha vuelto a reinvertir en maquinaria”.
Equipos de trabajo
Como contratistas disponen de tres equipos de siembra modernos, con sistemas de dosis variable en semillas y fertilizante, pilotos automaticos y monitores que dan al servicio un control perfecto de lo que se hace. Además, Testa señaló que «también tenemos un equipo de pulverización y fertilización con corte automatico de siete secciones, con piloto automatico y gran capacidad de trabajo».
Por otra parte también tienen dos equipos de cosecha con plataforma draper de 40 pies, monitores, y cuatro tractores entre 200 y 330 HP con piloto automatico y tolvas de semilla con balanza. Con respecto a la pulverizadora, Testa señaló que “soy el piloto de la máquina, la pulverizadora la ando yo, y realizamos alrededor de 16.000 hectáreas por año, mientras que con el resto de las labores se hacen aproximadamente 5.000 hectáreas por año”.
Mantenimiento de los equipos
“El mantenimiento que le hacemos a las máquinas es anual, las cosechadoras terminan la campaña y se desmantelan prácticamente íntegras, y ahí se cambia lo que hay que cambiar, se engrasa lo que hay que engrasar, y tratamos de mantenerlas como nuevas en la medida de lo que vamos pudiendo. Se gasta mucho en repuestos, pero creemos que es la única manera de seguir”, sintetizó Testa.
Con respecto a cómo viene el negocio actualmente, señaló que “en cuanto al tema del contratista, el negocio viene de larga data, el sector en general está complicado, ya es grave la situación, como, por ejemplo, si tengo que salir a pulverizar un campo a 50 km de Pergamino, donde el gasoil es un insumo cada vez más caro para el campo. El sector está pasando por un momento muy fino, y una de las claves del ajuste es el contratista”.
En está línea, Testa resaltó que “este es un año donde la gran mayoría ni ha reparado, ha hecho lo esencial, y nosotros seguimos con la misma política de que uno tiene que seguir, con un objetivo claro y firme, en reparar en el galpón y no salir al campo a parar y perder el tiempo. Cuando están fuera de trabajo estamos tratando de repararlas lo mejor posible”.
El drama de las malezas
Al hacer 16.000 hectáreas con pulverizadora demuestra que hay un gran problema con malezas. En este caso, Testa ejemplificó que “todo tiene un principio, los campos que arrancan luego de una cosecha, y a los cuales uno trabaja, no han variado la cantidad de aplicaciones respecto de años atrás en pos de mejor tecnología, pero es mínimo. Los campos de esta zona, que son el 70% trabajados por arrendatarios, son campos que empiezan a generar todo este problema, porque hay dificultades con el cierre de los alquileres, y cuando querés acordarte ya estás corriendo a las malezas de atrás, están grandes, con una aplicación que no funciona bien, luego otra y otra”.
Además, el contratista aseveró que “el propietario que lo hace con criterio y con tiempo, que son los menos, no tienen ese problema, pero hay una gran parte que sí”. En este contexto, Testa indicó que “nosotros limpiamos la cosechadora antes de entrar en el lote, pero desde arriba de la máquina te das cuenta, si conocés un poco, cuál puede generar problemas o no, entonces se debe hacer forzosamente, pero si no hay malezas visibles no hace falta. Y limpiamos la tolva también”.
Por caso, Testa subrayó que “este año hemos perdido superficie, nos quedó la mitad, por un problema de que los propietarios de los campos están pidiendo más de 15 qq/ha”. En este contexto, y como ejemplo, el productor expresó que “el año pasado fue histórico en cuanto a rendimientos; a nosotros nos dio cerca de 43 qq/ha la soja en promedio, y pagamos alquileres de 15. Si vos mirás el resultado, con inversión y fertilización tuvimos una pérdida del 8%, y cuando la cuenta es negativa hay que achicar alquileres”. Por último, Testa resaltó que «certificar implica diferenciarse y seguir trabajando en pos de la sustentabilidad agrícola».
Por Alejandro Besana, Semanario Infocampo
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