La Asociación Civil Fertilizar realizó una jornada dirigida a periodistas agropecuarios a fin de actualizar las perspectivas para la próxima campaña en materia de nutrición vegetal y trazó un panorama de la evolución del mercado de fertilizantes en Argentina.

“Los fertilizantes despachados aumentaron un 50% los primeros ocho meses del año. Entre mayo y agosto el consumo creció un 58%”, dijo Víctor Accastello, vicepresidente de la entidad.

Este incremento en el segundo cuatrimestre se asocia fundamentalmente al aumento del área sembrada con trigo y cebada (un 10% en todo el país) y al incremento del 40% en la dosis promedio aplicada a esos cultivos que pasó de 120 kg/ha en 2015 a 168 kg/ha en 2016.

“Estamos recuperando dosis, estamos aproximadamente en los valores de 2013”, dijo el directivo.

“En trigo, la relación insumo producto, esto es, la relación entre el costo del fertilizante y el del grano, no explica estos aumentos en la fertilización, sino que se debe a la necesidad de cosechar un trigo de mayor calidad industrial panadera para obtener mayores precios en los mercados, de allí que se haya incrementado la aplicación de mayores dosis de fertilizantes nitrogenados”, señaló.

Diferente es el caso del maíz, donde la relación insumo producto es la más favorable de los últimos 60 meses debido a un mejor precio del cereal y a un descenso del costo de los fertilizantes a nivel global. “El precio del maíz está un 40% por arriba de septiembre de 2015 (en dólares) mientras que el de la urea cayó un 30% y el del fosfato diamónico un 25% en los últimos 12 meses”, dijo Accastello.

Se estima que esta campaña, la superficie sembrada con el cereal se ubicará al menos en un 20% por arriba de la anterior. “De acuerdo a nuestros datos, en la Zona Núcleo habrá un 80% de maíz de primera y un 20% de tardío”, informó el especialista.

En cuanto al a soja, “comparado con septiembre de 2015, hoy la oleaginosa presenta un precio 15 % superior en dólares y la relación insumo producto para la oleaginosa es similar a 2013”, precisó.

De acuerdo a Fertilizar, un 40% de las hectáreas de soja en Argentina no reciben absolutamente nada de fertilizante. Por eso, este año, según Accastello, el consumo de fertilizantes dependerá fundamentalmente de la cantidad de hectáreas que se hagan de maíz y de cuánto fertilizante se aplique en soja.

Desde la Asociación estiman que en la actualidad se consumen alrededor de 3,5 millones de toneladas de fertilizante en Argentina y que habrá un consumo de 1 millón de toneladas más en 2016.  Asimismo, aseguraron que están aumentando el número de análisis de muestras de suelo respecto de 2015.

De acuerdo a ensayos que la Asociación lleva adelante desde 2010, los números cierran muy bien para la fertilización en soja. “La aplicación de 60 kg/ha fertilizante fosfatado en soja ha arrojado resultados productivos y económicos favorables. Por caso, invertir 27 dls/ha en ese fertilizante dio como respuesta la cosecha de 322 kg/ha más de grano y eso significó 34 dls/ha más de ingreso”, contó Accastello.

Si se adicionaran 70 kg de fertilizante más a la dosis inicial, el ingreso extra obtenido sería de 82 dls/ha.

Y si se sumaran otros 130 kg a un costo de 59 dls/ha, los 7,55 quintales más de soja obtenida (a 190 dls) nos darían un ingreso adicional de 143 dls/ha, es decir, un beneficio de 85 dólares.

La soja y la brecha

“Entre lo que se produce a campo y lo que se podría producir, hay una distancia importante”, lamentó Jorge Bassi, presidente de Fertilizar.

“En los últimos quince años el rendimiento de soja se estancó. Los rendimientos promedio no mejoran, no estamos achicando esa brecha, estamos estancados y esto se debe en gran parte a un descenso en la materia orgánica, del fósforo y del boro en el suelo unido a un importante descenso de la fertilización en soja en los últimos años”, indicó.

Por eso, desde la Asociación afirman que la brecha en gran parte es nutricional. “Aunque primero hay que inocular y luego fertilizar, además de hacer rotaciones, por supuesto”, aclaró Bassi.

¿Agricultura o minería?

Para Gustavo Mandolini, productor y asesor agropecuario de Villa Cañás, quien estuvo presente en la jornada contando su caso productivo de nutrición ajustada en altas dosis, “aplicar fertilizantes es un plazo fijo que se tiene en el suelo que en algún momento, indefectiblemente, se va a usar, es una inversión y no un gasto”.

En los campos que trabaja, ha cosechado lotes de 6.000 kg/ha de soja el año pasado y otros de 5.000 kg y 4.500 kg. “Con una fertilización adecuada logramos estabilidad de rendimientos y rentabilidad”, aseguró.

La siembra de la oleaginosa arranca a partir de los primeros días de octubre, y usa una variedad de grupo de maduración 4.5 puesta a 35 cm con placa, grano a grano, con semilla inoculada y con fungicida. Fertiliza en altas dosis al voleo. En promedio, aplica entre 200 y 300 kg de fosfato simple además de micronutrientes como boro y zinc, y giberelinas para lograr una mayor retención de vainas.

“A medida que aumentamos la fertilización fuimos adelantando la fecha de siembra de la soja para achicar la estructura de la planta y evitar que vuelque, así mejoramos los índices de cosecha (relación grano-planta)”, detalló el productor.

“Por supuesto, el análisis de suelo es algo que siempre hacemos y con esa información vamos monitoreando la evolución de los suelos a lo largo del tiempo. Los de fósforo los hacemos cada dos o tres años”, contó.

“Los niveles de extracción de nutrientes del suelo en cada cosecha, son altísimos. Si te fijás cuánto extraés con 150 quintales de maíz, es una minería. Por eso, hay que devolverle al suelo lo que le sacamos”, remarcó Mandolini.

No obstante, aclaró que el “abc es aplicar todo el paquete tecnológico completo porque no alcanza solo con fertilizar”.

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