En la charla con Infocampo, el secretario de Agricultura Familiar, Emilio Pérsico, se reveló como un avezado productor de tomate. «Viví 27 años de eso», afirma, al tiempo que desliza que también fue puestero en el Mercado Central. Pérsico trabajó la quinta que fuera de su abuelo en Colonia Urquiza, en el cinturón platense, que hoy continúan sus hijos y ex esposa, que lidera la Asociación del Tomate Platense. «Pero hoy no te lo compra nadie», se lamenta el barbado dirigente político. «Los sectores populares no consumen frutas y verduras, que quedaron para otros sectores sociales», asegura.
Autodefinido como «profundamente cristiano y humanista», Pérsico menciona al Papa Francisco durante la entrevista, y afirma que el eje de la política para la Agricultura Familiar es poner al productor como sujeto.
-¿Por qué lo decís?
-Tenemos una cantidad de leyes que ponen al producto como sujeto: la ley ovina, la ley del tabaco, la ley de bosques, pero recién con la ley de la Agricultura Familiar pudimos poner al hombre, el productor, como sujeto de la ley.
-¿En qué estado está esa ley?
-Sancionada y redactada la reglamentación; solo falta el decreto que la promulgue.
-¿Qué pasó con el tema de los fondos asignados?
-El decreto reglamentario va a asignar un piso presupuestario porque la agricultura familiar no se puede desarrollar sin la asistencia del Estado, pero fijate que todas las leyes sobre las cosas, algodón, ovinos, caprinos, tienen un fondo asignado, y esta, que es del hombre, no.
-¿Cómo pensás que va a evolucionar el sistema agroalimentario argentino, en cuanto a sus actores, hablando de esto del sujeto?
-Para mí hubo tres procesos de invasión sobre el campo argentino. El primero fue el colonial, el segundo el oligárquico, la toma de la pampa húmeda, y el tercero fue el del mercado, que para mí fue el peor de todos. Esto empieza quizás en los 70 y se profundiza en los 90. Uno lo puede relacionar con la tecnología, pero yo entiendo que la tecnología va después del proceso económico. En nuestro caso, los sistemas de siembra y producción se adecuaron a la invasión de los mercados sobre la tierra, que no es privativo de la pampa húmeda y la soja, sino también de las economías regionales. En la vitivinicultura hubo una invasión del mercado a partir de los excedentes de la burguesía, las empresas, los futbolistas, los capitales extranjeros, porque quedaba “bien” tener una bodeguita. El caso es que esa reconversión no se hizo con el sujeto del lugar, no reconvertimos al productor de uva en pequeño bodeguero boutique, quien, o vendió su chacra y se fue a la ciudad o terminó trabajando de peón.
-¿En la horticultura pasó lo mismo?
-Muchos cultivos eran producidos por pequeños productores, que le vendían a la industria, que los transformaba. Pero con la famosa integración vertical, la industria misma se puso a producir. Pasó con la caña de azúcar, con los porotos y con el tomate. Yo mismo le vendía a una industria el excedente que no iba al mercado fresco, que resulta que hoy tiene dos fincas y ya se autoprovee.
-¿Cuál es el problema hoy de este tipo de productor?
-Miremos el caso de la manzana red deliciosa, para no poner de ejemplo el tomate. La Argentina producía el 80% para mercado interno y el resto para la exportación. Hoy produce un tercio para la exportación, un tercio para la industria y un tercio para el consumo interno. La producción sigue siendo la misma y la población se duplicó. ¿Quién consume la manzana? ¿Los sectores populares, consumen la manzana? ¿O la fruta y las verduras están siendo producidas para un sector de la sociedad? Hoy el precio cuidado de la manzana es $16 y el del pollo $14 el kilo. Vos, entre la manzana y el pollo, ¿qué te comprás si tu sueldo no es muy alto? Volviendo al tomate, si producís el platense, a campo, no se lo vendés a nadie, porque los sectores populares ya no lo compran. El tomate quedó para determinados sectores.
Leé la entrevista completa en la edición Nº617 del Semanario Infocampo
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