Por su gran demanda en la industria alimenticia, principalmente como aditivos y cárnicos, la elaboración de productos proteicos de soja –texturizados, concentrados y aislados– constituye un nicho de valor agregado con proyección a futuro, que permite transformar subproductos como harinas y expeller de soja –actualmente utilizados en las dietas animales– en productos alimenticios para humanos.
Según los técnicos, de las diez empresas que realizan texturizados de soja en la Argentina, sólo dos procesan expeller de soja y una es “Valor A”, una empresa familiar cordobesa que recibe asesoramiento del INTA. En esta misma línea, el INTA Totoras –Santa Fe– realiza estudios experimentales para potenciar la obtención de estos derivados, requeridos por su alto nivel de proteína y actualmente importados desde China y Estados Unidos.
“Actualmente, sólo se incorporan concentrados y aislados en aquellas formulaciones que resultan económicamente rentables para importar; generalmente, esto ocurre en las industrias cárnicas y de aditivos alimentarios”, explicó Cecilia Accoroni, especialista del INTA Totoras –Santa Fe–. Además, destacó la proyección de estos productos a futuro, debido a que “pueden emplearse en la mayor parte de las industrias de alimentos o ampliarse su uso en las que ya se utilizan”.
Según datos oficiales, en 2014 la Argentina importó volúmenes de concentrados proteicos de soja por U$S 10 M; aislados por U$S 8 M y U$S 130.000 por otros productos farmacéuticos o cosméticos. En términos de cantidad, esto implicó la compra de 4.450 toneladas de concentrados, 2.250 de aislados y 21 de otros insumos, a EEUU y China, líderes de la producción global y principales proveedores del país.
Alejandro Saavedra, especialista del INTA Justiniano Posse –Córdoba–, remarcó el carácter oportuno de la producción de texturizados de soja por su potencial para “satisfacer la demanda interna y suplir las importaciones, como para exportación”. “Es otra etapa que se agrega al proceso de extrusado-prensa, por lo cual genera más valor agregado a la cadena de soja y mayor demanda de mano de obra en el territorio”, agregó el técnico.
Así, este escenario abre un nicho de valor agregado para las plantas de extrusado y prensado de soja que, según datos del proyecto “Procesos productivos agroindustriales para agregar valor” del INTA, entre 2007 y 2014 aumentaron de 50 a más de 400 las unidades instaladas a escala nacional y de 0,5 a 4,2 M las toneladas procesadas en origen para obtener expeller y aceite.
En las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, se asientan una totalidad de 275 plantas de prensado y extrusado mientras que en el resto del país –Entre Ríos, Tucumán, Salta, Santiago del Estero, San Luis, Mendoza y La Pampa– se calcula la presencia de otras 125. Las unidades, en general pymes asociativas y familiares, poseen una capacidad de procesamiento diario de 35 toneladas de grano –en promedio– y generan 2.400 puestos de trabajo.
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